martes, 16 de febrero de 2010

Lobo hombre en Paris

Aquí les va este maravilloso tema de La Unión. Canta el Rafa Sánchez. Escúchenlo y luego lean el siguiente post. Oscarix

MI ÚLTIMA CRÍTICA DE CINE PARA EXPRESO



HOMBRE LOBO (WOLF MAN)
Por Oscar Sánchez Rojas

Debo confesar, quizá por una cuestión generacional, que mi fascinación por las historias de licántropos no se debe precisamente al cine, sino a una brillante canción del grupo español “La Unión” liderada por el gran Rafa Sánchez: “Lobo Hombre en París” de 1983. Basada en un cuento de Boris Vian, la canción deconstruye magistralmente (en poco más de tres minutos), el viejo mito lobezno; invirtiéndolo (Lobo-hombre), poblándolo de enigmas (hasta ahora nos seguimos preguntando quién es realmente Denís) e imágenes paganas capturadas por un video clip no menos brillante.
Pues Bien, “The Wolf Man” (USA, 2010) dirigida por Joe Johnston, es todo lo contrario a lo descrito líneas arriba; un filme esquemático, que si no fuera por el reparto fácilmente pasaría por una película de serie B. Claro, algunos dirán que se trata de un “remake” de un clásico de los estudios Universal y no había que pedir mucho. Pero nosotros en contrario, sí pensamos que el “remake” es el artilugio perfecto para la búsqueda de una estética posmoderna, como lo entiende, por ejemplo Tim Burton.
Sin embargo Johnston repasa el esquema de la manera más vil. Lawrance Talbot (Benicio del Toro) es un joven aristócrata que regresa a su pueblo Blackmoor ante el anuncio de la espantosa muerte de su hermano, como tantas que se han sucedido en el lúgubre pueblo victoriano. Sin que exista certeza del responsable, el aturdido pueblo sólo habla de una extraña criatura y de la saga maldita de los Talbot presidida por el padre de Lawrance, no sabemos si interpretado por “Aníbal Lecter” o Anthony Hopkins, lo cierto que esta actuación debe ser una de las más bajas de Hopkins en muchos años.
A Lawrance entonces le compete la tarea de desentrañar el horror, pero en esos avatares es mordido por la propia bestia en un campamento gitano y reconvertido en hombre-lobo en las noches de luna llena. Esa condición “trans” de Lawrance, no hace que omita su lado sentimental a través del amor que nace por Gwen, la viuda del hermano sacrificado por la Bestia, que no es más que el padre de los Talbot, “maldito” por la licantropía que contrajo en la India y por el crimen de la madre de Lawrance y que éste había presenciado.
Ninguno de los argumentos antes descrito (los gitanos, el amor y la ausencia materna) es desarrollado con cierta consistencia en el filme, sino más bien en diálogos atropellados por personajes insulsos. Técnicamente el filme es también muy deficiente, la metamorfosis de hombre a lobo carece de un efecto visual que sorprenda en algo, como por ejemplo lo hizo hace casi treinta años, nada menos, el filme de John Landis “Hombre Lobo americano en Londres” muy superior, por cierto; al “hombre-lobo” que ahora tenemos en cartelera. Decepcionante.