lunes, 24 de marzo de 2008

BUENA ALVAREZ RODRICH


¿cómo es eso que García es más peligroso para la libertad de prensa que lo hubiese sido Ollanta Humala de llegar al poder?, lean esta buena columna de Alvarez Rodrich sobre el asunto.


Bravuconadas inaceptables del jefe de Estado.

Ocurrió ayer, a eso de las diez de la mañana, cuando el presidente Alan García visitaba una construcción en El Agustino, y el correcto reportero Carlos Villarreal, de RPP, le planteó, con el respeto que lo acostumbra, una pregunta periodísticamente pertinente pero que no le gustó.


Si el presidente no quería responderla, podía haber declinado, algo que los periodistas debemos respetar. En lugar de eso, la emprendió con ironías -y con su 'portátil' detrás- contra el reportero, diciendo que ese "estilo gallero" no era el del propietario y del director de la radio. (De paso, como el lector sabe, yo también participo en RPP y puedo asegurar que nunca he recibido presiones de sus directivos y que cuento con la autonomía para preguntar, sin problemas, según mi punto de vista).


Una cosa es ser 'simpatico' con los reporteros y, otra, ser prepotente y abusivo. No hay que ser ingenuos, el presidente no le estaba hablando a Villarreal sino a los directivos de la radio para que 'controlen' al reportero porque a él le gustan las ruedas de prensa con preguntas 'positivas', o sea, 'echaditas', 'suavecitas', 'al gusto del cliente'. Curioso, lo mismo planteó el ministro Rafael Rey, la semana pasada, a un reportero de canal 4.


Durante la segunda vuelta de la elección pasada, en una reunión de periodistas, uno de ellos defendía ardorosamente que, desde el interés de la libertad de expresión, García era superior a Ollanta Humala. Yo respondí diciendo que el riesgo con Humala era el eventual cierre del medio crítico, lo cual veía difícil a estas alturas, pero con García era que a él le gusta conversar con los propietarios y eso, dependiendo del interlocutor, puede ser un escollo insalvable para el periodismo.


¿Ahora él quiere decidir quién será su reportero, su director de diario, su entrevistador, e imponer su guión? Desde el punto de vista del respeto a la libertad de expresión, lo hecho ayer por el presidente García es una bravuconada inaceptable que no lo pinta como un demócrata. Pues serlo implica admitir que no todos los periodistas serán sus ayayeros. ¿Para qué quiere más si ya tiene varios?

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