viernes, 3 de julio de 2009

Up!! Una Aventura de altura.




Disney Corp. representaba en el cine norteamericano lo que Arnold Schwarzennegger representa hoy en la política californiana; su ala más conservadora. Sin embargo algo cambió a partir del 2006 cuando decidió unirse con la productora de cine digital llamada Pixar, después de todo esta fábrica de animación había producido los films mejor pensados del género y también de mayor éxito económico. Pixar había subvertido de algún modo el orden conservador con alusiones críticas e irónicas al consumismo, a la concentración en las grandes ciudades o al capitalismo desmesurado. Wall E o Monsters Inc. son dos brillantes ejemplos de ello.

Felizmente esta asociación mantuvo su línea, al menos en este rubro cinematográfico, ofreciéndonos “Up: Una aventura de altura”, un producto sobresaliente que narra con humor y ternura la inconexión entre una ancianidad cada vez más incómoda para una sociedad moderna, productivista y vertiginosa, y que “sin tiempo para los viejos”, como diría Eastwood, no sólo los condena al exilio de los asilos públicos sino también al abuso de sus propios derechos.

El filme narra la historia de Carl Fredricksen , un anciano de 78 años, que viudo y enfermo, es asediado por una voraz inmobiliaria que pretende su vieja pero bien ubicada casa familiar ofreciéndole a cambio un epílogo vivencial en un oscuro asilo de la ciudad. Carl resisté hasta el límite de la posibilidad, pero vencido ya por el apetito corporativo decide darle vuelta a la tuerca: huir y cumplir la promesa hecha a su esposa en vida, hacer de su casa una maravillosa máquina voladora impulsada por globos de helio y enrumbar a un destino exótico llamado las Cataratas del Paraíso. Aunque una vez en vuelo se de cuenta que lleva a bordo a un polizonte, Russell, un niño de 8 años, boy scout empedernido que busca la única condecoración que le falta, y que solo la conseguirá si prueba haber ayudado a un anciano de un peligro inminente. Ambos conforman una dupla de imprevistos aventureros que se ven envueltos en las más inverosímiles aventuras en algún lugar de Sudamérica.

Y ese lugar de Sudamérica es la maravillosa Sabana venezolana, incluyendo los Tepuyes y la famosa caída de aguas llamada “El Salto del Ángel”, que el equipo técnico de Pixar recrea con la asombrosa fidelidad que puede ofrecer la tecnología 3D . Pero Pete Docter, el director del filme, hace también de la representación grafica un indiscutible protagonista y no pudo estar más acertado en la elección del paisaje, descubriendo a los ojos del mundo esta exuberante escenografía natural.

Debemos agradecer entonces a Pixar que el cine animado haya dejado de ser un ghetto infantil y nos abarque a todos en sus fabulaciones, que con su cuota de ironía, buen manejo técnico y personajes entrañables han repensado definitivamente el género. Recomendable.
























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