Aquí un poema fechado el 2003, cuando trabaja en Miraflores y el Puente Villena era nuestro paraíso.
MIRAFLORES MELODY
(REFLEXIONES SOBRE UNA TARDE GRIS DE INVIERNO AL PIE DEL PUENTE VILLENA)
Cuando la muerte venga a visitarme
no me despiertes déjame dormir.
Joaquín Sabina
La infinita garúa de Lima baña nuestros ojos
cerca del mar y del frío
y los hombres mutilados como pájaros anónimos
danzan en vuelo de astucia el rito final del adios
sobre las barandas de un herrumbrado puente
que nos une más allá del bien y del mal
(como diría el viejo Nietzsche).
Y la doncella muerte besa el pavimento
con sus labios de amapola/
dulce niña de cabellos rojos
que esparces al viento tus versos/
tus lágrimas de insigne melancolía
por un amor que no regresa
y que no ha de venir
para ser agonía
sino libertad.
Libertad de ganar el tiempo y su premura
cuando nuestros pasos persiguen a la soledad esquiva
y a una subversiva manera de amar
bajo el precipicio donde anida la ternura/
las ansias y el ardor.
Esta tarde dios es un vendedor de caramelos
y no el enfermero de la vida
que bebe de la garúa y del viento como el vino
y embriagado contempla caer las hojas como criaturas
que han de redimirse con la muerte
oh amada doncella.
Miraflores, setiembre del 2003
MIRAFLORES MELODY
(REFLEXIONES SOBRE UNA TARDE GRIS DE INVIERNO AL PIE DEL PUENTE VILLENA)
Cuando la muerte venga a visitarme
no me despiertes déjame dormir.
Joaquín Sabina
La infinita garúa de Lima baña nuestros ojos
cerca del mar y del frío
y los hombres mutilados como pájaros anónimos
danzan en vuelo de astucia el rito final del adios
sobre las barandas de un herrumbrado puente
que nos une más allá del bien y del mal
(como diría el viejo Nietzsche).
Y la doncella muerte besa el pavimento
con sus labios de amapola/
dulce niña de cabellos rojos
que esparces al viento tus versos/
tus lágrimas de insigne melancolía
por un amor que no regresa
y que no ha de venir
para ser agonía
sino libertad.
Libertad de ganar el tiempo y su premura
cuando nuestros pasos persiguen a la soledad esquiva
y a una subversiva manera de amar
bajo el precipicio donde anida la ternura/
las ansias y el ardor.
Esta tarde dios es un vendedor de caramelos
y no el enfermero de la vida
que bebe de la garúa y del viento como el vino
y embriagado contempla caer las hojas como criaturas
que han de redimirse con la muerte
oh amada doncella.
Miraflores, setiembre del 2003
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